Sinopsis

Katherine se trasladará a Santiago, para pasar el verano en casa de sus tíos. Pero aquel lugar tan idílico no lo será tanto, enseguida su ángel protector entrará en acción, y le avisará continuamente que ese chico del que ella está enamorada, no es alguien de fiar.
¿Qué es lo que Jack esconderá?

miércoles, 19 de enero de 2011

Capítulo.1 Parte dos

Se despertó horas más tarde. Parpadeó hasta acostumbrarse a la luz. A los lejos divisó el mar, y una guirnalda de sobre líquido que lo sobrevolaba, hasta alcanzar el pueblo de Santiago. Su destino.
Se enderezó en el asiento, e hizo uso de su chaqueta. El frío atravesaba las ventanas y se le clavaba en la piel.
Minutos después, el tren paró, y una voz masculina lo anunció por los megáfonos.
A parte de ella solo bajaron tres personas más.
-       ¡Katherine! – gritó un hombre.
Ella se giró en redondo. Se había puesto la mochila a la espalda, y la cremallera de la chaqueta estaba totalmente cerrada.
Su tío Javier corría hacia ellas, sonriente, con un cigarrillo entre los dedos. Él se había ocupado de recoger sus maletas y (a posteriori) llevarlas hasta el coche en que la trasladaría hasta su nueva casa.
Javier, medía poco más de metro sesenta, y no era un sílfide precisamente. Katherine apenas lo recordaba de las pocas veces que lo había visto en su infancia.
-       Bienvenida – le dijo él dándole dos besos en las mejillas.
-       Gracias.
-       Ven, sígueme.
Katherine se agachó en un intento de llevar las maletas. Pero su tío se lo impidió, chasqueando repetidamente la lengua y negando con el dedo índice.
-       De las maletas me encargo yo. Tú has venido a pasártelo bien. Así que olvídate de tus obligaciones.
Salieron de la estación de trenes y llegaron hasta el aparcamiento en que descansaba el coche envejecido de Javier.
-       Ya sé que no es ninguna maravilla, pero mientras funcione… ¿no?
Ella asintió. Y mientras se ponía el cinturón, vio cómo su tío metía las maletas en el maletero.
El viaje hasta la casa fue silencioso, por parte de Katherine. Que no medió palabra. En cambio, Javier no se cansó de intentar conseguir que ella dijera algo. Al final, tuvo que poner la radio, y la música se apoderó del momento.
Katherine miraba en silencio a su tío, de cabello corto y moreno.
Al poco tiempo ya había llegado a casa.
Lo primero que Katherine sintió al salir del coche fue el olor a salitre que procedía del mar, el cual tenía a pocos metros de distancia.
El sol asomaba a lo lejos, con timidez.
A Javier le costó encontrar las llaves que les permitían entrar en la casa.
-       Pasa – le dijo él. Katherine quedó asombrada por las dimensiones de la casa. Todo estaba construido con madera. Javier la guió hasta la cocina, de la que pudo ver el pequeño jardín delantero que daba a la calle, con la hierba crecida y los arbustos desiguales.
-       Tengo que cortarlos algún día ¿verdad? – comentó Javier, ofreciéndole un tazón con leche. - ¿Tomas cola-cao?
-       Sí, a veces.
-       Te puedes servir tú misma – le señaló la mesa cubierta por un mantel blanco con rayas azules. Sobre él reposaban unos platos llenos de magdalenas, azúcar, y el cola-cao.
El olor de las tostadas que se estaban haciendo le abrió el apetito.
-       Gracias. – Dijo ella. Javier y Katherine se sentaron a la mesa. Disfrutando de aquel desayuno adelantado. – No sabía que vivías con Ulalia – comentó. Ulalia era su tía. La verdadera dueña de aquella casa.
-       Sí, bueno. Hará cosa de un año tuve que vender mi casa y me echaron del trabajo por incompetente, y… - Javier se detuvo un momento, los malos recuerdos le golpeaban el corazón.
-       ¿Estás bien, Javier? – fue entonces, cuando Katherine, preocupada por su tío, cometió el error de tocarle.
No solía pasar siempre, pues lo tenía bastante controlado, pero aquel extraño don que poseía le hizo sentir el dolor que invadía a Javier en aquel momento, sintió como si girara en una vorágine de sentimientos, y un montón de imágenes le vinieron a la mente. Traición, desamor… Vio como una mujer traicionaba a su tío, y su corazón se rompía en mil pedazos junto a sus esperanzas al verla marcharse por la puerta de la que había sido su casa.
Y como ese muchos más recuerdos llegaron a ella. No lo podía evitar ya, había bajado la guardia al preocuparse por su Javier, y ahora su don le mostraba cosas que no quería ver. Ya no solo eran los recuerdos de aquel desamor, si no todos los errores y problemas que le habían sucedido en la vida.
Javier le soltó la mano, para cogerla de los hombros, evitando que así se cayera de la silla. Katherine en aquel momento era como un muñeco, sin voluntad propia. Aún atrapada en los recuerdos de su tío.
Oía los gritos de éste en el presente como lejanos sonidos, llamando a Ulalia.
La mujer, con rulos en la cabeza, y poniéndose una bata de color azul, apurada. Contempló la escena. Las ojeras se marcaban en su cara cruelmente, haciéndola aparentar diez años más de los que en realidad tenía.
-       ¿Qué ha sucedido? – preguntó ella. Asustada.
-       No lo sé, de repente, se le han puesto los ojos en blanco, y es como si hubiera caído en un trance, no despierta, aunque parece oírte.
-       Ven, ¿puedes con ella? Llevémosla al ático. – Le dijo Ulalia.
Katherine apenas sentía el movimiento de sus extremidades al son de la gravedad desde los brazos de su tío.
Alcanzaron el cuarto piso y al entrar en la estancia, la dejaron sobre la cama.

Cuando despertó, se encontraba sola. La madera crujió bajo sus pies, indecisa, se acercó a la ventana. Desde allí podía ver perfectamente el mar, que se extendía hasta el infinito, perdiéndose en la lejanía.
Era ya de noche, la luna brillaba en lo alto, bañando el mar de plata. Katherine se preguntó cuánto había estado durmiendo.
Se encontraba bajando por las escaleras, buscando a alguien cuando sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. La sensación no era familiar pero sí similar a varias que hubo experimentado en el pasado.
La temperatura había bajado drásticamente, y podía ver su propio aliento en el aire. Tenía los pelos de punta cuando se adentró en el pasillo. Olía a colonia de hombre. Llegó hasta una puerta, entreabierta, de la que provenía aquella sensación, se dispuso a entrar cuando algo le tocó el hombro. Katherine se giró bruscamente, y gritó al ver un rostro en la penumbra.
-       Oye, no seré la mujer más guapa del mundo, pero tampoco es para tanto. – Le dijo una mujer de su edad y estatura. - ¿Qué hacías aquí? – le preguntó.
Pero Katherine se había quedado muda, sin habla.
-       ¿Te ha comido la lengua el gato, oh qué?
Se trataba de su prima Laura.
-       Tendrás la decencia de pedirme perdón al menos.
-       Lo-lo siento.
-       ¿Lo siento, no se te ha ocurrido nada más, acaso eres corta? Da igual, mi madre está preocupada, iba a ver cómo te encontrabas pero al parecer es más grave de lo que esperábamos, no sé qué te habrá pasado pero te has quedado atontada.
Bajaron al salón. Ulalia esperaba sentada, y al ver a Katherine entrar en la estancia saltó del sofá y se abalanzó sobre ella.
-       Katherine ¿te encuentras bien?
-       Para nada, mamá, se le ha ido la pinza, necesitará un trasplante de cerebro o algo así para que sea normal. – Se apresuró a decir ella.
-       No le hagas ni caso – le dijo Ulalia evitando a su hija.
-       Estoy bien, no os molestéis. De veras.
-       Me he llevado un susto al verte en brazos de Javier. Me he temido lo peor.
-       Lo siento.
-       No te disculpes, no pasa nada.
-       ¿Dónde está Javier?
-       Se ha ido a trabajar, está cerrando una fusión con una empresa. Está contentísimo.
-       ¿Y vendrá pronto? Me gustaría pedirle disculpas por lo de esta mañana.
-       No te preocupes. Cuando llegue ya se enterará, tú estate tranquila.
-       Mamá – Laura entró en el salón, se sentó en el sofá y continuó:- Déjala, ya te he dicho que tiene algún problema. Por cierto, voy a coger una cerveza del frigorífico.
-       ¡Ni hablar! ¡Y no insultes a tu prima, ella no tiene ningún problema!
-       ¡Papá me dejaría beber cerveza! – reprochó ella.
-       Papá está en cuba con su novia, así que si quieres tomarte una cerveza te vas con él. De momento mientras estés aquí solo beberás agua. – Ahora le habló a Katherine – No le hagas ni caso. Ella es así. Si te insulta le pegas una torta, sí eso es lo que necesita esta niña, una leche para enderezarse, que últimamente tiene un carácter que no hay quien la aguante.
Aquella noche Katherine acompañó a su tía en la cocina. Y mientras la observaba cocinar con maestría, iban hablando sobre la familia. Tía Ulalia quiso saber el estado de su hermana es decir la madre de ella, y si todo estaba saliendo bien.
Katherine asintió. Ella esperaba ansiosa que Javier volviese de trabajar para disculparse. De momento todo parecía estar bien. Mañana daría una vuelta por el pueblo. Tenía claro que un día de esos debía darse un chapuzón en el mar. 

4 comentarios:

  1. Muy Bueno... vas a seguir la historia!? :O Espero que si es muy interesante :)
    Suertee!

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  2. Me alegro de que te haya gustado!!! gracias por comentar, leer y seguir el blog!!! Sí, porsupuesto que seguiré la historia.
    Besos y gracias!!!

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  3. Muchas gracias!!!! ya he colgado la primera parte del segundo capítulo, espero que os guste tanto como el anterior!!!! besos!!!

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