Sinopsis

Katherine se trasladará a Santiago, para pasar el verano en casa de sus tíos. Pero aquel lugar tan idílico no lo será tanto, enseguida su ángel protector entrará en acción, y le avisará continuamente que ese chico del que ella está enamorada, no es alguien de fiar.
¿Qué es lo que Jack esconderá?

domingo, 15 de mayo de 2011

Capítulo.13

De nuevo, disculpadme por la tardanza, pero ya os traigo el capítulo 13 al completo, espero que os guste, pues este marca el principio del final. El próximo cap espero escribirlo y colgarlo en breve. Besos!!!

P.D: Uno de los personajes más importantes morirá en el final de Tentación ¿quién será?


Capítulo. 13

La Dureza del Adiós

Jack cogió la chaqueta y le besó en la frente.
<<Nos vemos pronto – quería decir en aquel idioma con signos que ambos mantenían como diálogo para momentos comprometidos.
Y ella lo vio marchar rápidamente por la puerta, con el brillo en los ojos que se le instalaba en el alma cada vez que lo veía. Aquella era la mejor muestra del amor que tenía.
Katherine debía darse prisa, la pasada tarde le prometió a Jack que iría a hacer una entrevista junto a Roxán. Según él le había comunicado horas antes, su amiga se ofrecía (en el mejor de los casos) de ofrecerle un trabajo fijo, en otras palabras; lo que ella necesitaba. Una oportunidad.
Por supuesto no permitiría desaprovecharla, de modo que apuró el café que Jack le había preparado mientras ella dormitaba en su cama y salió a la calle.
Su teléfono móvil vibró justo en aquel momento.
<<Que te vaya bien en tu primera entrevista de trabajo – decía el mensaje que acababa de recibir por parte de su chico.
Katherine esbozó una sonrisa estúpida en los labios, y siguió su camino hacia la parada del autobús que la llevaría hasta el bar. Jack había intentado convencerla de que él podría dejarla en el bar, pero Katherine sabía perfectamente que él estaba ocupado aquella mañana, y cómo lo último que quería era molestarle, denegó su ayuda categóricamente.


Media hora más tarde ya se encontraba dentro del local. En el cual prevalecía un olor a pintura horroroso. Roxán vio llegar a Katherine desde la ventana de su despacho y bajó a recibirla.
-       Hola – se dijeron ambas al unísono.
Un silencio incómodo se hizo notar en la estancia.
-       Ven, vamos a mi despacho – le indicó Roxán. – Allí podremos hablar más cómodamente.
Y tenía razón desde allí podían conversar sin ser molestadas. Las ventanas permanecían abiertas, y la luz de la mañana se adentraba en la estancia.
-       Yo creía que los vampiros no podíais tomar el sol… - comentó Katherine.
-       Bueno, no es del todo así. Podemos soportarlo hasta cierto punto, es verdad que cuanto más viejo sea el vampiro más efecto le hace. Yo de momento puedo estar tranquilamente a la luz del sol durante todo el día si me alimento correctamente. Pero no estamos aquí para hablar de eso ¿verdad? – corrigió Roxán articulando una amplia sonrisa.
-       Sí – asintió ella con la cabeza.
-       ¿Crees que puedes trabajar de lunes a sábado unas siete horas como camarera, Katherine?
-       Sí, claro. Yo no le veo ningún inconveniente.
-       De acuerdo, respecto al saldo, serían mil euros mensuales ¿te parece bien?
-       ¡Genial! – gritó ella de alegría. – Perdóname, no debí gritar así. Lo siento. Pero sí, estaría encantada de trabajar para ti ¿Qué tendría que hacer?
-       Pues… servir a los clientes, llevar vasos y platos de aquí a allá… no sé lo normal. Y por supuesto, te tocaría encargarte después de cerrar el bar algún que otro día, pero nada más.
-       Claro. Pues por mí, empezaría ya.
-       Bueno, primero tengo que verte en acción. Pero si veo que no te tropiezas contigo misma… ya estás contratada.


Diez minutos después, Katherine salía del bar con una sonrisa dibujada en los labios, lo había logrado, ya tenía un salario garantizado todos los meses. Ahora debía volver a casa, tenía planeado hacerle a Jack unos macarrones con bechamel para chuparse los dedos, en forma de agradecimiento por su participación en todo aquel lio de buscar trabajo.
Ya había alcanzado la parada del autobús cuando sintió que alguien la miraba. Se giró en redondo para observar al Creador, que tenía la mirada fija en ella. Y antes de que pudiera pestañear un coche cruzó ante ella, cuando volvió a reparar en aquel lugar, al otro lado de la acera, no encontró a nadie.
No podía ser… Las piernas le comenzaron a temblar y se sentó en uno de los pequeñísimos asientos de los que disponía la parada. Y sin quitar la vista del otro lado de la acera, rememoró aquel momento. Le pareció ver al Creador, envuelto en unas ropas oscuras y largas, con el rostro lleno de cicatrices… Pero era imposible, esa bruja… de la cual no recordaba su nombre lo había matado… habían vencido al Creador meses atrás… estaba segura. ¿Entonces? ¿Había sido producto de su imaginación?
El autobús detuvo su trayecto durante unos segundos para permitir que se montara, Katherine llegó a su casa rato después sudorosa y con el cuerpo frío.


Lo primero que hizo fue meterse en la bañera llena de agua caliente. Y pasar allí todo el rato que se le vino en gana. Jack le había dado las llaves hacía tiempo, era tan bueno.
Rato después cuando el tiempo ya pesaba sobre ella y el agua caliente estaba dejando agua caliente, salió de la bañera para secarse con una toalla y bajar con ella puesta al piso de abajo dispuesta a hacer la bechamel.
-       ¿Vas a poder venir a comer? – le preguntó a Jack cuando él descolgó la llamada.
-       Sí, pero tardaré un poco más de lo previsto. Nos vemos luego. Te quiero.
Katherine dejó el teléfono sobre la encimera y empezó a sacar todo lo que iba a necesitar.
Y cuando ya estaba dándole vueltas a la leche con harina que había metido en la cazuela el timbre sonó.
-       Maldita sea… - gruñó en voz baja. Dejó la cuchara de madera y corrió hasta la entrada, pero no abrió hasta saber de quién se trataba consultando previamente la mirilla.
-       ¡Hola caza fantasmas! – gritó Jack al entrar en la estancia, sujetando a Katherine en un fuerte abrazo para a continuación elevarla unos centímetros en el aire.
-       ¿Pero qué…? – musitó ella, incrédula. - ¿No habías dicho que…?
-       Era mentira, la reunión ha terminado antes de lo previsto y he venido directo a verte a ti mi princesa. – Jack no la soltó ni por un instante, e intentó besarla repetidamente en los labios, pero ella se apartó, intentando no parecer bruta e impulsiva, para acudir a la cocina donde su bechamel hacía pitar al detector de humos.
-       ¡Que se me quema la comida! – exclamó. Katherine tardó en lograr que el detector de humos terminara de pitar. Jack la observaba a un metro de distancia, con una sonrisa burlona dibujada en los labios.
-       ¿Has conseguido que Roxán te contrate? – preguntó.
-       Sí – asintió ella, dejando un trapo sobre la encimera tras secarse el sudor de la frente.
-       ¿Se puede saber qué narices estabas intentando hacer? – siguió Jack, entre carcajadas, refiriéndose a la cazuela que aún expulsaba un poco de humo.
-       Quería hacerte unos macarrones con bechamel – se confesó. – Es que… tú siempre me preparas algo cuando me quedo aquí, y por una vez quería ser yo quien te preparase algo. – Jack la rodeó con los brazos y le besó en la boca.
-       No hace falta que hagas nada, aquí en mi reino, bueno, corrijo, nuestro reino, la princesa sólo tiene que preocuparse de ver que todo está en orden, yo me encargo de las tareas. – Le dijo suavemente, mientras se balanceaban con las piernas de un lado a otro y con las frentes juntas se miraban profundamente a los ojos.
-       Prefiero cuando me llamas Caza Fantasmas – cortó ella, mientras se mordía el labio inferior. Ambos rompieron en carcajadas.
-       Está bien, de ahora en adelante te llamaré Caza Fantasmas ¿qué te parece?
-       Perfecto – dijo ella en un sonido casi inaudible. Sonrojados, se volvieron a besar. – Tengo que cambiarme, no puedo estar sólo con una toalla. – Argumentó ella.
-       A mí me parece genial tu nueva vestimenta, si me concedes un deseo, espero que sea el de poder verte siempre así.
Katherine se sonrojó e intentando seguir con royo se quedó allí, contemplando cómo Jack preparaba un buen plato de macarrones con bechamel.


La noche caía sobre el bosque de forma fulgurante, invadiendo la intimidad de cada ser que pululase por allí. Las copas de los árboles se balanceaban al son de la brisa veraniega.
De pronto dos personas entraron en escena, una mujer y un hombre que caminaban hacia una casa, la casa abandonada. Salían de un pasadizo secreto escondido entre la maleza a unos metros de la construcción ya destrozada por el paso de los años.


El timbre sonó, llevándola de vuelta a la realidad. Se había quedado dormida en el sofá, Jack preparaba en aquel instante la cena, y en esos momentos, caminaba hacia la puerta, dispuesto a comprobar de quien se trataba.
-       ¿Pero tú, qué haces aquí? – preguntó Jack incrédulo. Katherine no podía ver al interlocutor con el que conversaba su novio, pues la puerta lo ocultaba.
Katherine se levantó, y descubrió asombrada que Adam esperaba en el porche de la casa.
-       ¿Es que no os alegra mi presencia? – bromeó.
-       ¡Adam! – gritó Katherine, y se acercó a él para abrazarle. - ¿Cuándo has vuelto?
-       Hoy mismo. – informó él, sonriente. - ¿Puedo pasar?
Un minuto después, los tres se encontraban picoteando unas patatas fritas sentado alrededor de la mesa de la cocina.
-       ¿Por qué te fuiste? – preguntó Jack.
-       Es algo complicado. Tiene que ver con el creador.
Katherine se quedó helada. La sangre se había congelado en sus venas.
-       ¿El Creador? – repitió Jack.
-       Sí, veréis, es que él no murió aquella noche. Kayla no lo mató cómo nosotros pensábamos. Lo descubrí al día siguiente, Roxán me comunicó que Kayla se había encargado del cuerpo del Creador por su cuenta, entonces, le pregunté por su dirección y cuando fui allí, ella ya no estaba. Era todo muy raro. Entonces, lo comprendí, ellos dos lo tenían todo planificado, el Creador nunca llegó a morir. Y ahora quiere venganza.
-       Pero, Adam… - Jack no terminaba de creérselo, Kayla era un bruja e íntima amiga de Roxán, no los podría haber traicionado.
-       Tiene razón, Jack, hoy me ha parecido verle, parecerá una locura, pero ahora estoy segura de que se trataba de él. El Creador no murió.
-       ¿Sabéis de las desapariciones que ha habido últimamente por los alrededores? – preguntó Adam.
Ambos negaron simultáneamente.
-       Desde hace tres meses cada semana han desaparecido unas dos personas. El Creador quiere acabar o que empezó, Katherine te quiere a ti, quiere beber tu sangre hasta que acabar con tu vida, así encontrará la inmortalidad. ¿Desde esta mañana has notado algo raro?
-       No.
-       Bien, puede que aún estemos a tiempo, tenemos que actuar ya, lógicamente él vendrá a por nosotros porque sabe que no podremos con él, así que tenemos que tener cuidado.
-       Pero, Adam…
-       Katherine llama a Ulalia y dile que cierre todas las puertas y ventanas de su casa y que se encierre en el sótano, que  no hagan ruido tal vez así él no los encuentre.
-       Bien – asintió ella, se levantó del sofá para agarrar el teléfono y llamar inmediatamente a casa.
Ulalia no le respondió, y a continuación llamó a Laura, inútilmente, por supuesto, nadie le contestó.
-       No me contestan – anunció ella, nerviosa.
-       Vamos en mi coche – se apresuró a decir Jack, corrieron al auto, y en menos de tres minutos ya estaban allí.


Al llegar no encontraron nada, todo estaba vacío, Katherine llamaba a Ulalia y a Laura a voces, desesperada.
De pronto sonó el teléfono fijo. Katherine lo cogió esperanzada de que se tratara de su tía, pero no fue así.
-       Hola Kath, me alegro de volver a oírte, han pasado tres meses desde nuestro último encuentro. – Hubo una pequeña pausa. – Sí, soy yo, ¿no te alegras de que siga vivo?
-       ¿Qué es lo que quieres? – preguntó ella con desprecio.
-       A ti, está claro, te quiero a ti, para obtener la inmortalidad, pero eso ya lo sabes tú. Y para asegurarme de que esta vez no te libras, esta tarde me he permitido entrar en casa de tu tía, la pobre se ha quedado anonadada la verme, y no he tenido ni que usar el control mental con tu prima, la pobre, desde nuestro último encuentro… Pero al parecer no conseguiste descifrar el mensaje ¿verdad?
-       ¿Qué mensaje?
-       Yo fui quien dejó a tu prima en aquella maldita casa, era como un sobre, me encargué de escribirle un mensaje en todo su cuerpo, pero ya veo que no eres tan inteligente como yo creía. Pero eso da igual, son cosas del pasado. Ahora te quiero a ti, aquí conmigo, te espero en la casa abandonada del bosque, allí tendrá lugar nuestro encuentro. No te diré que vengas sola porque sé que no podrás evitar traerte a tus dos mascotas contigo, por eso os invito a todos, así el gusto será doble al contemplar sus caras mientras bebo toda la sangre que corre por tus venas. Te espero aquí en quince minutos. – Antes de que ella pudiese decir nada él ya había colgado.
-       ¿Quién era? – preguntó Jack, contemplando el pálido rostro de Katherine.
-       Es el Creador – le contestó Adam. - ¿Tiene a Laura y a Ulalia?
-       Sí – asintió Katherine. – Nos quiere en la casa del bosque, dice que estamos todos invitados, que lo prefiere así.
-       Si no hay más remedio, tendremos que ir. Llamaré a Roxán para que vaya en cuanto pueda hacia allí, toda la ayuda será poca. Lo más probable es que no se encuentre solo. – Afirmó Adam, completamente convencido.


El coche derrapaba sobre la hierba, pegando saltos al encontrarse con piedras incrustadas en el suelo. La noche seguía adelante, imparable.
-       Roxán ya está de camino, y unos amigos míos también, lo que no sé es cuándo vendrán. – Comunicó Adam.
Jack frenó el auto, ya habían llegado.
Frente a la casa abandonada una gran hoguera alumbraba entre la espesa oscuridad. A unos metros, el Creador los contemplaba salir del coche, amenazante. Kayla los miraba desafiante.
<<Traidora – musitó Adam en su cabeza.
Ulalia Y Katherine permanecían inconscientes atadas con cuerdas, apoyadas en algunos de los escombros de la casa.
-       Me alegro profundamente de que hayáis decidido venir al fin, de no haber sido así, estas dos no seguirían vivas – afirmó, señalando a sus dos presas atadas de pies y manos. Una sonrisa maliciosa arrugaba su rostro.
-       Jack, tenemos que hacer tiempo hasta que lleguen los refuerzos – le dijo en voz baja Adam.
-       ¿A qué refuerzos te refieres? – preguntó él.
-       A unos amigos con los que he hecho un traro. Vendrán de un momento para otro. Pero de mientras tenemos que ralentizar todo el proceso, ya sabes, el intercambio de las dos prisioneras por Katherine, y cómo después el Creador acaba con su vida de forma agónica e inexorable.
-       Bien, ¿y qué hacemos?
-       Tú sígueme el royo – de pronto Adam salió corriendo hacia Kayla, y Jack lo siguió, agarrando una ballesta que tenía guardada en el maletero del coche, apuntó al Creador, pero antes de que pudiera disparar ya no estaba.
Adam rugía de dolor en el suelo, Kayla le estaba haciendo alguna especie de hechizo, parecía que lo estuviese asesinando.
El Creador apareció repentinamente detrás de Jack y le golpeó fuertemente en la cabeza, para después acercarse a Katherine que temblaba de pies a cabeza, aterrorizada, y susurrarle al oído:
-       Ya eres mía, preciosa. 

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