Sinopsis

Katherine se trasladará a Santiago, para pasar el verano en casa de sus tíos. Pero aquel lugar tan idílico no lo será tanto, enseguida su ángel protector entrará en acción, y le avisará continuamente que ese chico del que ella está enamorada, no es alguien de fiar.
¿Qué es lo que Jack esconderá?

viernes, 1 de abril de 2011

Capítulo.9 Primera Parte

Hola a todos!!!! ya os traigo la primera parte del noveno capítulo!!! Quiero deciros que no sé cuantas partes tendrá este cap, pues va a ser muy largo, más que el anterior, y que ningún otro de la historia (eso espero). Cómo ya os dije estamos llegando al final de la novela, después del noveno capítulo, espero hacer el décimo y undécimo, y no sé si habrá más.
Pero tranquilidaaaaaaaaaaaaaad!!!! Tentación tendrá una segunda parte de la que ya estoy pensando el argumento, de momento, me gustaría saber qué esperáis del final de la novela, qué creéis que puede pasar, quién morirá... Bueno, no os lío, os dejo esta primera parte que espero que le otorgue un poco de frescura a la historia, pues como leeréis, es completamente diferente a las demás, besos!!!!


Capítulo.9


La oscuridad invadió por un instante su campo visual. Pero inmediatamente, otra escena sucedía ante sus ojos. Katherine se levantó, aunque algo extraño sucedía. No llevaba el pijama que se había puesto la pasada noche, y no se encontraba en su habitación.
Ahora, sentía el frío de la piedra del suelo. E involuntariamente, su cuerpo se aproximó a la ventana. La cual no tenía cristales. La luz del sol entraba a borbotones por ella, era verano, eso seguro, pero… Katherine estaba completamente perdida. A través de la ventana, divisó un amplio jardín, que acababa en una gran muralla de unos cinco metros de altura. Tras ella, se extendía una pequeña aldea, con muy pocas casas y chabolas en pie. Los aldeanos caminaban de un lado a otro. Después de la aldea, los campos de hierba, algunos cultivados, se perdían en la distancia, mezclándose con el principio de una hilera de montañas que dibujaban el final del paisaje.
Katherine no lo comprendía, e intentó repasar todo lo que le había sucedido la noche anterior. Mientras, el que se suponía que era su cuerpo se movía con voluntad propia.
Al no soportar los llantos de su prima Laura había ido a ver qué le sucedía, entonces, tuvieron una conexión, en la que ella, vio más de lo que debía. A causa de ello, Laura marchó de casa enfadada y sin dar explicaciones. Por lo contrario, Ulalia, su tía no había hecho si no decirle que Laura terminaría por calmarse y volver de nuevo a casa, tarde o temprano, pues era algo ya habitual en ella. Al final se acostó en la cama, y tiempo más tarde, logró dormirse.
Ahora, intentaba controlar su cuerpo, sin éxito alguno.
De pronto la puerta sonó. Y ella se giró.
-       Pase – dijo una voz femenina que no reconocía, y que por supuesto no era la suya.
-       Princesa Anastasia, - el caballero, alto, de tez blanca, y espalda ancha, le hizo una reverencia. Katherine se sintió incómoda de repente. – Su hermana la espera. Me ha comunicado que está impaciente.
-       Gracias Augusto, puede retirarse, y dígale a mi hermana que ahora voy en su compañía.
El hombre de ojos oscuros y cabello marrón volvió a hacer la reverencia, y desapareció de la estancia, cerrando la puerta tras de sí.
Anastasia caminó hasta el cuarto de baño que se encontraba a la derecha de la gran habitación. Y se sentó en una butaca situada enfrente de un gran espejo que la reflejó.
Katherine descubrió a una mujer de su edad, de tez más morena que la suya, cabello oscuro, ojos grandes y de un color azul hielo.
Anastasia comenzó a peinarse la larga cabellera que poseía.
Después llamó a su doncella, y la ayudó a vestirse apropiadamente para salir al jardín trasero.
Al abandonar su habitación un guardia que custodiaba sus aposentos (al parecer durante toda la noche) se limitó a seguirla.
-       ¿Me permite usted un comentario, Princesa? – le preguntó.
-       Por supuesto, Jaime. – Concedió ella, con aquel tono melódico de voz que poseía.
Katherine se limitaba a contemplar todo. Pues, aunque ya había comprendido que no podía tomar el control del cuerpo que habitaba en ese momento, sentía lo mismo que debía de sentir Anastasia en aquellos momentos.
Ahora una especie de zapatillas muy ligeras le cubría los pies, pero aún el frío de la piedra por la que caminaba le escalaba por las piernas.
-       Esta usted más radiante que nunca, princesa.
-       Por favor, Jaime, eres mi guardia personal desde que cumplí los doce años de edad, me sigues las doce horas que dura el día, y sigues protegiéndome cuando transcurre la noche. Así que deja de llamarme princesa, me llamo Anastasia, dirígete a mí así – y viendo la sonrisa de su guardia, añadió – no es una petición, sino una orden.
-       Sí, princesa – bromeó él.
Tras recorrer largos pasillos alcanzaron la salida al jardín trasero.
Anastasia parpadeó incesantemente, hasta que sus ojos se acostumbraron a la fuerte luz del sol, tras la sombría oscuridad que cubría los pasillos sólo alumbrados por las antorchas.
Al llegar a las escaleras que la conducirían hasta el gran jardín trasero del palacio, le hizo un gesto a Jaime para que se mantuviera a cierta distancia.
Era obligación del guardia protegerla, pero en este caso, estaban dentro del recinto permitido y encima la princesa estaba acompañada de dos amigas, así que obedeció y guardó las distancias, sin decir nada al respecto.
Anastasia se acercó a la mesa que estaba situada a unos pocos metros de la gran fuente que residía justo en el centro del jardín.
A su alrededor, un césped bien cuidado brillaba con intensidad bajo la luz del sol, adornado de cientos de margaritas.
La primera de sus amigas en verla la saludó con la mano, aclamándola.
-       Hola chicas – les saludó ella al sentarse en la única silla que quedaba libre.
-       ¿Se te han pegado las sábanas o qué? – preguntó la más joven, que rondaría los quince años. Su cabello era largo y ocultaba gran parte de su rostro fino y delicado.
-       Sí, llegas tarde, llevábamos un buen rato esperándote.
-       Lo sé, y lo siento, pero es que ayer me dormí tarde. No soporto el calor de estos días.
-       Sí, llevas razón – asintió la mayor de sus amigas que era la primera que la había saludado. – Ayer tuve que pedirle a Luis –su guardaespaldas- que me trajera agua fría para mojarme el rostro. ¡Tendrías que haber visto la cara que puso cuándo me vio desabrochándome el vestido para estar más cómoda! – las tres rieron a carcajadas.
-       Pero Luis es tu guardaespaldas. Debería de estar acostumbrado a verte un poco destapada ¿no? – comentó la más joven, cómo si lo que acababa de soltar fuera lo más lógico del mundo.
-       No, él es muy tímido, y siempre que me he encontrado en una situación comprometida, se ha ido de mi cuarto, para dejarme sola. Pero eso no fue lo mejor. ¡Luego le pedí que me mojara él un poco con el agua la espalda, y se quedó petrificado! – las carcajadas crecieron de nuevo. Incluso Jaime las escuchaba y eso que se mantenía a una buena distancia.
Después se hizo el silencio.
-       Ana, tenemos que comentarte una cosa. – Le dijo la mayor. – Ayer estuvimos en la taberna, y le vimos, le prometimos que hoy te llevaríamos con él ¡está loco por ti! – Katherine prestó atención, parecía que hablaran de un chico.
-       ¿Sí? – dijo sorprendida la princesa.
-       En efecto. Así qué ¿qué te parece si le pides permiso a tu padre y marchamos ahora mismo hacia la taberna? – le preguntó la más joven.


Anastasia no se lo pensó dos veces. Corrió junto con su guardia hasta los aposentos de su padre. Esperaba que no estuviera ocupado, y que se encontrara de buen humor, porque si no sería difícil convencerle de que le dejara salir al poblado durante un rato.
De mientras sus amigas la esperaban en el jardín.
El rey la recibió inmediatamente después de que uno de sus guardias personales (los cuales eran incontables) le comunicara que la princesa Anastasia esperaba su permiso para entrar y mantener una conversación con él.
-       ¿Qué deseas hija mía? – le preguntó él, dejando un libro muy pesado sobre su cama.
-       Padre, como sabes perfectamente, no he salido en dos semanas del palacio por estar ocupada en mis estudios. Y hoy mis amigas me han pedido fervientemente que quieren salir conmigo a dar un paseo por la aldea.
-       ¿Y quieres saber si tienes mi permiso?
-       Sí, padre – asintió ella. Después de tantos años manteniendo aquel tipo conversaciones, apenas tenían que comunicarse para saber qué querían el uno del otro.
-       Claro, pero con una condición.
-       Por supuesto, padre.
-       Quiero que tu guardia esté pendiente de ti en todo momento. Últimamente hay muchos rumores sobre nosotros por allí afuera, y no quisiera que te encontraras indefensa, sabiendo las posibilidades que hay de que cualquier loco se te lance encima, vete tú a saber con qué intenciones.
-       Sí padre, gracias.
-       Puedes retirarte. – Le concedió él, retomando su lectura.


Minutos después las puertas delanteras del palacio se abrieron para ellas. Las tres amigas se adentraron en la aldea con tres guardaespaldas custodiándolas en todo momento.
-       Vamos a una taberna – les informó Anastasia.
Ellos no mediaron palabra y las siguieron.
Tras recorrer un par de calles perdidas, alcanzaron una afamada taberna llamada de forma muy original; La Taberna.
Dentro, un montón de personas bebían alcohol mientras conversaban o comían.
Las tres amigas se sentaron en una esquina, en una sola mesa. Los guardias tomaron asiento en la más cercana a la de ellas.
Entonces, sucedió.
La mirada de Anastasia se cruzó con la de aquel precioso chico al que andaban buscando.
Katherine sintió como el cuerpo de la princesa le transmitía una intensa fuerza que significaba amor hacia ese chicho.
Al principio no se percató, pero unos segundos después, Katherine se quedó estupefacta.
Aquel chico, de cabello negro que le caía por la frente de forma disimulaba, de mandíbula marcada, y ojos salvajes… Adam. Era él. Pero no lo entendía.
Ese chico que era idéntico a Adam se les aproximó.
-       ¿Qué desean? – les preguntó.
Katherine estaba segura, aquel chico, se trataba de Adam, tenía el cabello un poco más largo, vestía de forma mucho más campechana, y su piel permanecía sucia, ennegrecida por la suciedad, como todos los que la rodeaban.
De pronto, sintió algo, un frío aterrador. Se le nubló la vista, mientras se hundía en un charco de oscuridad, a la par que la imagen de Adam se difuminaba rápidamente. 

3 comentarios:

  1. Me gusta !!! Pero espero que falte MUCHOOO para que termine ;) jajaj, no es de mala, pero no sé, me gustan los libros largos :D Me gustó mucho... Anastasia, típico nombre de las princesas :O jaja ;) Seguí con la idea de que tu libro está bien, porque lo está.

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  2. tu blog esta genial!!

    me paso,,,
    saludos!

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  3. Me alegro Emi!!!!! Pero la verdad es que ya no falta mucho para que Tentación termine,pero bueno, tendrá una segunda parte seguro así que, tranquila porque de historia queda mucho... jejejeje
    Sí Anastasia, se lo puse por eso, jajajajaja Muchas gracias!!!!

    Y gracias a ti también CamiLand!!!!! me alegro de que te guste el blog!!!!! saludos y besos a las dos!!!!!

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