Sinopsis

Katherine se trasladará a Santiago, para pasar el verano en casa de sus tíos. Pero aquel lugar tan idílico no lo será tanto, enseguida su ángel protector entrará en acción, y le avisará continuamente que ese chico del que ella está enamorada, no es alguien de fiar.
¿Qué es lo que Jack esconderá?

jueves, 28 de abril de 2011

Capítulo.12 Primera Parte

Hola a todo el mundo!!!! ya os traigo la primera parte del duodécimo capítulo de Tentación, de momento es sólo una introducción tras el salto en el tiempo que sucede en la historia. Pero os aseguro que el final del cap os dejará con ganas de más, de momento la segunda parte -y última- tengo pensado subirla el lunes. Espero que os guste!!!!! BESOS!!!!



Capítulo. 12


Habían sido tres meses estupendos que nunca olvidaría. Era por ello que no quería irse de Santiago. Sabía perfectamente lo que le había dicho a su madre semanas atrás:
-       Quiero cambiar de aires mamá, sólo será este verano, y en cuanto llegue Septiembre cogeré un autobús que me lleve hasta Vera, te lo prometo.
Ahora, sin embargo, no quería cumplir lo dicho y quedarse en Santiago todo el tiempo del mundo para estar cerca de Jack.
El día en que le comunicó sus deseos a Estrella, ésta colgó la llamada para no decir nada de lo que pensaba. Los días siguientes Katherine siguió llamando a su madre, pero fue inútil, pues no le respondió ni una sola vez.
Pasada la primera semana, fue Estrella quien la llamó, y conteniendo el aire, mientras hablaba muy despacio, accedió a que su única hija se quedara en Santiago, pero con algunas condiciones, cómo Katherine esperaba.
La primera de ellas era que hiciese caso de su tía Ulalia en todo momento.
La segunda, que empezase a hacer algo, trabajar, estudiar… lo que fuera, porque ellos no le iban a poder enviar dinero.
En la tercera Estrella hizo prometer de verdad a su hija que al menos iría a verlos en navidad. Eso como mínimo, entando obligada a pasar en la nueva casa en la que vivía ahora su familia una semana.
Katherine asintió,  pues conocía a su madre, y el simple hecho de que hubiese aceptado su petición era ya todo un milagro. Claro que si se paraba a pensar, ella ya había cumplido la mayoría de edad, y el hecho de tener que seguir pidiéndole permiso a su madre le parecía exagerado según cómo lo mirase.
Aquella noche la había pasado en casa de Jack, en su cama, mientras él la abrazaba contra su pecho desnudo. Era algo extraño, pues al estar dormido, el cuerpo de Jack se volvía más templado por tanto ella sentía la espalda fría, mientras el resto del cuerpo le ardía al sentir su respiración en la nuca, mientras el corazón le daba vuelcos al sentirlo tan cerca.
Las noches que se desvelaba, Katherine miraba el rostro calmado de Jack, sus labios carnosos bien alineados, le daban ganas de besarle.
Tras pasar la noche en su casa, puesto que no tenía nada que hacer al no haber encontrado trabajo aún, decidió desayunar tranquilamente viendo la televisión, para después andar hasta casa de su tía Ulalia.
Esa mañana el sol resplandecía fuertemente en el cielo, y el fuerte viento que hacía disimulaba los treinta y ocho grados que caían sobre el pueblo.
En ocasiones, Ulalia tenía la costumbre de dejar las puertas y las ventanas de su casa abiertas de par en par para que se airease. Por lo tanto, cuando Katherine llegó no tuvo que llamar al timbre, ni tampoco hizo uso de las copias de la llave que le había entregado su tía un par de meses antes para que pudiese entrar y salir cuando se le viniera en gana.
Al entrar en casa se topó con Ulalia en la cocina, ella la saludó feliz, mientras daba forma redonda a la carne picada que había pedido el día anterior.
-       ¿Qué tal ha ido la noche? – le dijo ella, Katherine supo que esa pregunta no era propia de su tía, por lo tanto imaginó al instante que su madre, cotilla como ninguna otra habría llamado esa misma mañana o la noche pasada preguntando sobre ella, y su tía con toda su buena fe, le abría de contar que Katherine iba a pasar la noche en casa de su novio Jack.
La respuesta era lógica.
-       Bien. He dormido de maravilla.
-       Yo no, hemos pasado una noche un poco… - Ulalia buscaba un adjetivo que definiera a la perfección lo que quería expresar – complicada.
-       ¿Ha vuelto a levantarse gritando o algo? – quiso saber su sobrina.
-       Sí, últimamente le está pasando más a menudo, Katherine, estoy un poco preocupada, aún no sabemos cómo llegó hasta aquella casa abandonada. El psicólogo ha venido ya en cuatro ocasiones, y se ha pasado con ella en su cuarto más de una hora en casa sesión para no decir nada.
-       Es probable que se siente presionada, o que simplemente quiera olvidar lo sucedido. Seguramente no quiera recordar.
-       Lo sé, y lo comprendo, pero tampoco mejora, han pasado más de dos meses, y sigue casi igual, ahora sólo me mira cuando le llevo la comida o la cena. Pero no sé si es motivo de celebración, pues cada vez que entro en su habitación veo la tristeza en sus ojos, y me dan ganas de abrazarla y romper a llorar. Pero no se deja, no le gusta ni que la toquen, ya no sé qué hacer. – Ulalia dejó un cuchillo que había cogido para cortar el pan fuertemente sobre la encimera. – intento pasar el tiempo en otras cosas, ahora me quieren echar del trabajo, al menos tenemos a tu tío Javier que nos ayuda con la economía, porque si no, no tendríamos ni para comer. Encima, los médicos, y el psicólogo que tratan el caso de Laura son muy caros… - Katherine se acercó hasta su tía, que había bajado la cabeza, sentía la sensación que emanaba Ulalia, su espíritu se lo comunicaba, estaba destrozada, sin fuerzas.
La abrazó y le dijo al oído:
-       Todo irá a mejor, ya verás.
Su tía se giró para mirarla a los ojos, y dibujar una sonrisa en sus labios, que por muy pequeña que fuese ya era algo, después le tocó el rostro brevemente.
-       Eres un cielo cariño. ¿Te vas a quedar a comer? – le preguntó, volviendo a sus albóndigas y a coger el cuchillo para terminar de cortar la barra de pan.
-       Sí, claro – contestó ella, entusiasmada, intentando levantar la conversación. – Tía, ¿me podrías dar algunas de tus fantásticas albóndigas para llevar en un tupper?
-       Por supuesto cariño, ¿qué las quieres para cenar?
-       No, son para que Jack las pruebe, cómo siempre le estoy diciendo que cocinas de maravilla y tal, pues se ha quedado con la ganas de probar lago tuyo.
-       Pues yo encantada, luego te pongo unas a parte para que te las lleves ¿vale?
-       Gracias tía.
-       Y si quieres, algún día dile a Jack que se venga aquí a comer o cenar. – sugirió, parecía tener ganas de conocerle.
-       Se lo comentaré, pero es que últimamente está bastante ocupado con su nuevo trabajo.
-       ¿Es verdad eso de que es secretario del alcalde?
-       Ajá, al parecer se le dan viene se tipo de trabajos, y bueno, lo aceptó porque desde que cerró la tienda…
-       Son tiempos difíciles, me alegro por él, la comida no tardará en estar preparada, yo de momento, me voy a fuera que hace un magnífico día, y así leo un poco mientras tomo el sol ¿te apuntas?
-       Sí, bueno, voy a mi cuarto un momento y ahora bajo.
-       Vale, entonces te saco una tumbona. – Katherine salió de la cocina apresuradamente, - ¡ah, por cierto, te he dejado el periódico en tu escritorio, por si ves algún buen trabajo!
-       Gracias tía. – Ulalia se limpió las manos en un momento cogió el libro que llevaba leyendo desde hacía una semana cuando tenía algún tiempo libre, el cual estaba a punto de acabar ya, y salió al jardín.
Katherine subió por las escaleras y se paró enfrente del cuarto de Laura. La puerta estaba abierta, y podía ver a su prima, sentada en la cama con las piernas cruzadas mientras miraba la tele, inmersa en su mundo.
De pronto se le cayó el mundo encima, se le había pasado por la cabeza en varias ocasiones el acercarse a su prima cualquier día y tocarla para poder ver lo que ella quería saber. Cómo había hecho con lo de Adam y descubrió lo que él le hacía, eso del control hipnótico.
Pero no se veía capaz, nunca lo era, temía el poder hacerle daño a su prima, y de momento, bastante mal ya estaba ella cómo para que encima empezara a hacerle recordar.
En realidad, aún nadie sabía si Laura recordaba lo sucedido los días que estuvo desaparecida. Aún y todo, lo que estaba claro eran las marcas con las que se encontró el doctor que la examinó dos meses atrás. Se trataban de grandes heridas que se esparcían por sus extremidades como arañazos. Según el doctor, sólo una vestía podría haberle hecho eso, pero de haber sido así ¿por qué no acabó con su vida?
Katherine había llegado a una conclusión, en aquella casa abandonada en la que encontraron a Laura pasaba algo raro, no sabía el qué, pero la sensación que tuvo aquel día al entrar, nunca la había sentido y eso que tenía malos ratos para enumerar. 

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