Sinopsis

Katherine se trasladará a Santiago, para pasar el verano en casa de sus tíos. Pero aquel lugar tan idílico no lo será tanto, enseguida su ángel protector entrará en acción, y le avisará continuamente que ese chico del que ella está enamorada, no es alguien de fiar.
¿Qué es lo que Jack esconderá?

domingo, 23 de enero de 2011

Capítulo.2 Segunda Parte

Hola de nuevo!!!! ya os traigo la segunda parte del segundo capítulo, espero que os guste!!! besos!!!


Jack era quien se encargaba de recibir a los invitados en la entrada de la parcela. Con la verja negra afilada abierta a cada lado suyo. La señora Bon fue la primera en llegar. Ella era una mujer que rondaba los ochenta y cinco años. Viuda y con un hijo muerto en la guerra, cuando tan solo era un bebé. La señora Bon tenía el cabello blanco por completo, canoso, se podría decir que gris. Su mirada aguileña captó a Jack y éste, le ofreció su brazo para ayudarla en el trayecto desde su coche hasta la casa. El chofer que había traído a la señora Bon se montó en la limusina y se fue por donde había llegado. Jack acompañó a la octogenaria a la puerta, paso a paso.
-       Eres muy guapo, Jack, de seguro que conquistas todos los corazones que se te ponen por delante – comentó la octogenaria.
-       ¿Me está proponiendo algo, señora Bon? – bromeó él.
-       ¡Ay chico, ya me gustaría a mí, tener a alguien como tú cerca! Pero que va, estoy muy mayor para amores imposibles, además nos llevamos muchos años. Sería algo un poco raro.
<<No lo crea – pensó Jack, en realidad, la diferencia no era tan grande pues él contaba más de setenta primaveras. Aunque aparentase sólo veintitrés, la edad que todo el mundo creía que poseía.
Entraron en la casa.
-       ¿Han venido ya? – le preguntó Adam a su hermano.
-       No, tranquilo, seguro que vendrán.
-       Eso espero, porque me muero de sed.
-       ¿No pensarás…? – Jack miró a su hermano, temiéndose lo peor.
-       ¡Venga, no te lo tomes así! Sabes perfectamente que con un vaso al día es imposible sobrevivir, si seguimos así al final no podremos exponernos al sol. Además, nuestro aspecto envejecerá y aparentaremos la edad que realmente poseemos, y yo no sé tú, pero por mi parte, no quiero ser un viejo de ciento diez años.

Katherine no se reconoció al ver su reflejo en el espejo. Tuvo que tocarse la cara para reaccionar.
-       Ahora pareces otra – le dijo Laura, sus ojos marrones le parecieron verdes por un instante. – El nuevo color de pelo te sienta mejor. Este castaño rojizo es maravilloso… ¿tal vez debería teñirme el pelo? – en aquel momento, una bocina las hizo sobresaltarse.
Laura fue a su cuarto y miró por la ventana. Adam conducía un coche rojo. Él se quitó las gafas de grandes cristales y ella no pudo evitar suspirar.
-       ¿Estás lista, princesa?
-       ¡Sí, ahora bajo! – gritó ella, terminó de arreglarse y salió a la calle, Ulalia ya conversaba con Adam. Laura se acercó al coche y deslizó su mano derecha por la tapicería.
-       ¿Falta alguien? – preguntó él.
Justo en ese momento, Katherine salía de la casa, intentando no tropezarse con los quince centímetros de tacones sobre los que iba montada.
-       ¡Guau! – dijo Adam, sorprendido – estás para comerte.
Laura se enfadó, y le dio un golpe con el codo en las costillas.
-       Princesa, no te enfades, era solo un comentario…
Ulalia ya había montado en el auto. Adam guió a las dos mujeres y las llevó a la barbacoa.
Por el camino, Katherine se dio cuenta de la excesa atención que Adam le concedía, durante casi todo el trayecto se la pasó mirándola. Ella evitaba su mirada reflejada en el retrovisor. Por suerte, Laura no se percató de nada de todo aquello, Katherine no pudo evitar imaginarse el escándalo que montaría de haber sucedido lo contrario.
Llegaron a casa de los Mead, el lugar donde se hacía la barbacoa. Las farolas alumbraban débilmente la acera, aun así, la luz de la casa resplandecía con fuerza, desde fuera, se oía la música salir por las ventanas. Las chicas entraron al jardín, la puerta principal permanecía abierta, de modo qué la luz de dentro de la casa, alumbraba una mesa de madera situada en medio del jardín. En ella, había muchísimas cosas con las que servirse, y a la mesa, disfrutaban más de media docena de personas. Todas ellas vecinos del pueblo y grandes clientes de los Mead.
Lusom Mead era quien llevaba la tienda situada en el centro del pueblo, enfrente de la iglesia. Aquel pequeño establecimiento, era una pastelería. Y era conocida por los deliciosos pasteles que la familia Lusom hacía con maestría. También vendían bebidas, bollería, chucherías, y un sinfín de bebidas.
Katherine se quedó boquiabierta, al contemplar como el chico más hermoso que había visto en su vida, se le acercaba con paso decidido y calmado.
-       Hola, encantado de conocerte, me llamo Jack. – Le estrechó la mano, mientras seguía perdida en otro mundo. Quedó atrapada por aquella mirada, esos ojos verdes esmeralda, y su pelo corto castaño. - ¿Te ocurre algo? – le preguntó él, al ver que no reaccionaba.
-       Encantada, igualmente. – Jack no era tan musculoso como Adam, pero era más guapo, ambos medían más o menos lo mismo. Parecían ser dos obras no reconocidas de Miguel Ángel. Pero aún quedo más absorta al ver acercarse a un tercer hombre, mayor que los dos hermanos y que representaba como el padre. Lusom.
-       Bienvenidas – dijo él, sonriente. – Tenéis todo lo que queráis para picar en la mesa del jardín. Así qué, adelante, estáis en vuestra casa.
-       Gracias, Lusom, te habrá costado mucho todo esto ¿no? – preguntó Ulalia. Se acercaron a la mesa y empezaron a cenar.
Con el tiempo, todo se desmadró, los mayores conversaban sobre política y la economía. Bebiendo vino, cerveza, y demás bebidas alcohólicas.
Laura había desaparecido junto con Adam, que se habían retirado al bosque que comenzaba a unos metros de la casa de los Mead.
Katherine se encontraba sentada en las escaleras del porche. Comiendo un trozo de pastel que estaba segura se arrepentiría de haber comido al día siguiente.
Miró brevemente a Lusom que conversaba con sus invitados, era muy guapo. Y la barba de dos días que se había dejado le favorecía, hasta hacerlo casi irresistible. Todas las señoras invitadas coqueteaban con él. Con esos genes, a Katherine le parecía normal que le hubiesen salido unos hijos tan guapos como lo eran Jack y Adam. Y hablando de ellos… Jack le tapó la vista.
-       Hola, estás un poco sola ¿no? – dijo él, sentándose a su lado.
-       Laura se ha largado con tu hermano, y aún no conozco a nadie en el pueblo. Así qué…
-       Es verdad, Adam me ha comentado que llegaste hace nada. ¿Qué te parece el pueblo?
-       Si quieres que te diga la verdad, y por lo que he visto hasta ahora, que se resume a nada, soso, eso me parece.
Él rió. Katherine lo contempló sonreír, sus ojos centelleaban de vida.
-       Estoy deseosa de que haga sol para poder disfrutar algo de la playa.
-       Está bien saber eso – apuntó. – Si no te importa, me gustaría ser yo quien te enseñara el pueblo y todas sus maravillas.
-       ¿Seguro? Te aburrirías conmigo.
-       No te subestimes.
Jack se levantó y le tendió la mano.
-       Las princesas como tú son únicas.
-       ¿Me estás tomando el pelo? – dijo ella, completamente seria.
-       No, ¿te lo parece?
-       Sí, nunca nadie me había llamado princesa, a excepción de mi padre.
-       Pues ya era hora de que alguien te lo dijera.
Katherine lo miró a los ojos, profundamente, y tras un breve silencio le estrechó la mano. Fue entonces, repentinamente, cuando sucedió. Un rayo rojo y veloz atravesó su mente, al tocarlo.
Entonces, se apartó sin querer ofenderlo.
Jack estaba extrañado.
-       ¿Te ocurre algo? – le preguntó.
-       No, es sólo… que me he mareado.
-       ¿Seguro?
-       Sí, tranquilo. Estoy perfecta.
-       Ahora tengo que ir recogiendo todo, si no te importa….
-       No, vete, voy a buscar a mi prima. – Le dijo ella.
Katherine se introdujo en el bosque, caminan con cuidado. Los tacones que llevaba no eran los ideales para aquel tipo de terrenos.
La curiosidad la invadía desde hacía un rato. Su mente repetía aquella imagen que había tenido lugar tiempo atrás, con el contacto entre Jack y ella. Ese relámpago rojo se sucedía continuamente en su cerebro.
Sin darse cuenta tropezó con una roca y cayó al suelo, por suerte había sido en la hierba, y no en los charcos de barro que la rodeaban y se extendían por todo el bosque.


Adam dejó a Laura en el suelo, se había adentrado lo suficiente en el bosque como para que nadie los encontrara. Laura, con la respiración agitada se apoyó en una piedra gigantesca, de unos dos metros que había justo detrás de ella.
Adam la besuqueaba continuamente, en los labios, en el cuello… en los senos… Se le habían extendido los colmillos, y se preparó para atacar.
Laura sintió la mordedura en el cuello, pero el dolor perduró muy poco. Enseguida el somnífero que contenía la saliva de Adam la adormeció, proporcionándole un efecto parecido al de la marihuana.
La sangre brotaba de la herida, pero todo fue de mal en peor. Laura perdió parcialmente la consciencia, la sangre comenzaba a escasear en su sistema, pues Adam le estaba dando un uso muy continuo. Si seguía así, podría acabar anémica. Y aunque lo él lo sabía, no podía contenerse cuando los colmillos afloraban bajo su labio superior.
Entonces, escuchó romperse una rama a su espalda.
No le quedó más remedio que detenerse. En ese momento, sus sentidos estaban completamente agudizados, y pudo saber quién era el que lo había descubierto.
-       Katherine – dijo Adam, con la voz ronca, similar a la de una bestia.
-       Tenemos que irnos, Laura, la barbacoa ya ha acabado. Adam, Jack te necesitará para recoger todo.
-       No tranquila, él sabe valerse por sí mismo, ¿puedes dejarnos solos?
-       ¿Por qué, qué sucede, Adam? – Katherine dio un paso.
-       ¡No, quieta! – No podía seguir bebiendo la sangre de Laura, de lo contrario, Katherine lo hubiera pillado y todo lo que tenía pensado hacer con ella se iría al traste. – Se ha desmayado, ya me encargo yo de llevarla.
-       Pero… yo no puedo dejarte así… - volvió a dar otro paso.
Adam retiró los colmillos, y esperó a que con el resto de la saliva que había dejado en la herida, ésta se curara. Justo en el momento, en que Katherine se puso al lado suyo para tocar a su prima, la herida se cerró por completo sin dejar ningún rastro, como si nunca hubiera pasado nada de todo aquello.
-       Katherine, puedo yo con ella, de veras, déjame a mí solo.
-       Está bien, pero si te cansas, no dudes en comunicármelo.
Él no pudo evitar sonreír. Una humana se ofrecía a ayudarle a llevar un cuerpo. Resultaba irónico desde su punto de vista.
Cinco minutos después llegaron al coche, y antes de que Adam las llevara de vuelta a casa. Jack se acercó a Katherine y le preguntó:
-       ¿Qué te ha pasado en el vestido?
Katherine lo miró de arriba abajo, y aunque no lograba distinguir gran cosa bajo aquella pobre luz, logró distinguir alguna mancha de barro en el vestido.
-       Nada, lo que me pasa es que soy muy torpe.
Adam dejó a Laura que apenas había recobrado la consciencia con su madre, Ulalia. Y entonces, se marchó montado en el coche.
Ulalia junto con Katherine arrastraron a Laura hasta la cama de su cuarto. Y después de haberla metido entre las sábanas y de haber cerrado la ventana, abandonaron la habitación junta.
Katherine se quitó el vestido en su cuarto y se vistió con su pijama. Limpió los zapatos y tras dejar el vestido sucio en el cesto de la ropa para lavar, se dirigió al cuarto de su prima para dejar cuidadosamente y sin meter ruido los zapatos en el armario.
Al abrir la puerta, sintió una oleada de aire frío, y vio saltar a una figura negra por la ventana, que quedó abierta. Se quedó sorprendida y por poco no gritó. ¿Pero cómo? ¿Quién había sido, y como había logrado abrir la ventana?
Entró en la estancia y cerró la ventana tras cerciorarse de que la figura negra no estaba en los alrededores. Se acercó a su prima y compró que estaba bien, su tía la había desvestido y le había puesto ropa cómoda para que durmiera.
Katherine abandonó la habitación y se dirigió a su cama, aquella noche le costó dormirse. El momento del contacto entre ella y Jack permanecía, y el reciente susto que se había llevado al ver saltar una figura por la ventana de su prima persistía en su mente.

2 comentarios:

  1. Dios Mío !! Qué capítulo, me encantó !!!!! Ya estoy esperando el tercero !!!.


    Night Girl

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  2. Hay!!! gracias Night Girl!!!! me alegro un montón de que te guste!!! gracias por comentar!!! un beso!!!

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